Hora del Té

Sin duda era el distrito mas elegante de toda la cudiad de londres, lleno de personas que iban y venia por toda la avenida principal. Era el lugar perfecto para conseguir todo lo que quisieras, solo debias buscarlo.

Pero eso no quitaba que algunas personas se les quedara mirando solo por les parecia extrañamente familiar con cierto politico. Para evitar lo malos gusto, intentaba ocultarse en detras del periodico leyendo la prensa mientras disfrutaba de una tasa de té de limon con leche.

A pesar de estar muy apegada a sus costumbres debía reconocer que tenía
bastante curiosidad por ciertos rasgos de la cultura inglesa, cuando
leyó aquella historia del rey Arturo que unificó todos los reinos
ayudado de un mago y de sus leales caballeros (historia que creía que
era real) u oía hablar de la presencia espíritus en muchos lugares y de
paisajes hermosos de aquella isla... no pudo evitar la tentación de
venir a conocer un poco más acerca de Inglaterra, de su gente y de su
casa.

Por supuesto había avisado a Inglaterra de su visita, y este era el día
de su llegada. Acompañada de un guía inglés llegó al lugar donde Arthur
tomaba el té, nada podía impedir al rubio tomar el té a la hora exacta,
como siempre.

Llegó vestida con ropas occidentales por insistencia de sus guias, pero
aún así eran inevitables las miradas de los blancos sobre ella, ningún
vestido inglés podía ocultar su raza.

-Buenas tardes Inglaterra- supuso que el rubio ya fue informado de su llegada.

Se levanto con elegancia de su asiento solo para ayudar a la joven lider de la America nativa.

-Por favor- le invito a sentarse, para luego regresar a su puesto.

En ese momento uno de los meseros nos sirvio una bandeja con postres y dulce de distinto sabores, colores y formas.

-Un té de limon con leche-le pidio sin ver la carta y doblar su periodico, dejando a un lado para poner toda su atención en su acompañante.

Ella tomó asiento con una suave sonrisa en sus labios -Gracias-

Vio a Arthur hacer su pedido -Un té verde por favor- pidió ella, no tenía la menor intención de probar ningún dulce, sabía lo mala que era la comida inglesa y comería lo justito mientras estuviese allí.

Miró a su acompañante también -Supongo que te preguntarás que me trae por aquí ya que no lo expliqué en mi carta- habló -me gustaría conocer un poco más tu casa y tu cultura. He oido y leido cosas interesantes-

-Entiendo- fueron sus suabes formales palabras.

-Imagino que no te será ningun incobeniente alojarte en mi casa, durante toda tu estancia- Tomo una marquesa de chocolate, la cual corto con su tenedor una pequeña porción para degustarla en su boca.

-Ademas, me compleceria mucho tu compañia, así podria explicarte mejor nuestro sistema de gobieno e intruirte en todo lo que desees conocer

-Te agradezco tu hospitalidad- respondió ella educadamente, ya suponía que Arthur no tendría problema en alojarla en su casa.

-Ademas, me compleceria mucho tu compañia, así podria explicarte mejor
nuestro sistema de gobieno e intruirte en todo lo que desees conocer

Expliarle mejor su gobierno... solo esperaba que no intentase convencerla para vivir como los occidentales, tampoco le preocupaba mucho, si se daba el caso simplemente respondería que no, como siempre.

No era que Arthur le cayera mal ni nada de eso, le consideraba su amigo a pesar de todo, sencillamente nunca le atrajo su estilo de vida, siempre le exigió que la respetara tal y como es.

-Puede que suene raro pero la primera cosa que me gustaría preguntar es...- bajó un poco el volumen de su voz para las siguientes palabras -es cierto que tú puedes ver a los espíritus-

En verdad quería saberlo, ella creía en los espiritus y los veneraba, pero no podía verlos, salvo cuando fumaba un rato el calumet y entonces afirmaba poder ver criaturas espiritales a su alrededor.

-.....- se aclaro la gargane y tomo un poco del té de limón que le dieron.

Intentaba no hablar en lo posible, pero es que no podia ser tan descortes e ignorar la pregunta de su invitada, pero es que ese tema era un taboo del que casi no deseaba hablar por verguensa.

-... Veras... ¿Quien te conto es?

Aiyana le echó un poco de azucar a su té y le dio algunas vueltas mientras escuchaba la respuesta de Arthur.

-Nadie- respondió ella -alguna vez te he visto hablando solo, pero claramente te comportabas como si hubiera alguien contigo, eso me llamó la atención. Alfred dice que tienes amigos imaginarios, pero la verdad, no creo que se trate de eso. Y luego empecé a leer sobre criaturas como hadas, duendes y unicornios. Creo que son espíritus de la naturaleza y que tu los ves ¿es cierto si o no?-

Dadas sus creencias, si era cierto que Arthur veia a esas criaturas, no se reiría de el ni nada parecido, sino lo contrario, sentiría un gran respeto por él ya que ella veneraba a los espíritus, y si el inglés podía verlos para ella era casi como estar ante un chamán.